Ella II.

Tiene los sentimientos congelados, aunque algunas veces se le escapa alguno entre suspiros y hace que el invierno dure 4 meses más. Habla siempre en modo susurro por miedo a despertar a los silencios que consiguen hacerte sentir hogar. Lleva el nombre de todas esas canciones autodestructivas que te salvan de los más profundos abismos. Se sabe mil teorías sobre la autosalvación que jamás será capaz de llevar a la práctica. Si las miradas matan la suya es resurrección. Con los palos de la vida se está construyendo una casa en el árbol para poder bailar cada noche con sus demonios internos. No sabe lo que es el amor porque nunca ha sentido ser capaz de merecerlo. En su interior hay una guerra constante y aún así a su lado todo es paz. El miedo que consigue hacerte sentir seguridad. Es la cara optimista del más puro pesimismo. La que nos salva a todos mientras se destruye a sí misma y la que resurge cada primavera de sus propias cenizas, aunque a veces le gusta quedarse en ruinas esperando a que alguien venga a admirarla(s). Viste con la coraza más resistente contra la que aún no se han inventado palabras que consigan derribarla. La pequeña de las dudas infinitas. El caos más lógico y ordenado. La independencia que te crea la más adictiva de las dependencias. La que le da sentido a la palabra serendipia. La causa encontrada que siempre está perdida. El bicho malo que siempre duele y lo malo conocido que consigue que cualquier resquicio de bondad venidera no valga la pena si no lleva escrito el nombre de ella. Tiene los sentimientos congelados, aunque algunas veces se le escapa alguno entre suspiros y hace que el invierno merezca la pena que dure 4 meses más.